martes, 14 de febrero de 2017

Influencia de la familia a la hora de escoger los futuros estudios

“Deja, que ya decido yo porque sé a lo que quiero dedicarme” Esto es lo que todo adolescente con la suficiente preparación y autoestima debería ser capaz de comunicar a su familia. Pero no resulta tan fácil porque ¿qué carrera escoger?  ¿En qué universidad? Es una decisión que abre y cierra puertas a nuestro futuro recorrido laboral.
En primer lugar, los padres desean siempre lo mejor para sus hijos por lo que intentan convencerles para que escojan las carreras con las que ellos piensan que estos puedan ser felices a la par de poderse ganar la vida dignamente. Además, muchas veces esta  presión que a los 17 años ejercen los padres viene provocada  porque ellos no han tenido la oportunidad de estudiar lo que deseaban y revierten en sus hijos esa insatisfacción personal. Los progenitores de ahora pecamos de sobreprotectores y queremos evitar la frustración, necesaria para aprender lecciones de vida. Ya decía Machado: “con las amarguras viejas he creado blanca cera y dulce miel. Incluso esa imposición familiar es causa de una “genealogía profesional” de un negocio o profesión de varias generaciones. Es preciso que ese  grado universitario sea totalmente vocacional para que junto a las aptitudes que el estudiante posea, desarrolle una carrera de éxito y se convierta en un objetivo de su felicidad personal.

En conclusión, los estudiantes deben dejarse aconsejar por sus familiares puesto que tienen más experiencia en la vida laboral, pero siempre han de ser ellos los que tengan la última decisión y sobre los que recaiga la responsabilidad de haber escogido su futuro universitario, es decir, su futura filosofía de vida. Los padres debemos tener el papel de guías, no de protectores. Si se equivocan, que se levanten y comiencen a caminar de nuevo.

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