domingo, 2 de abril de 2017

MUJERES DE LA GENERACIÓN DEL 27. AITANA ALBERTI LEÓN

Aitana Alberti León, hija del poeta gaditano Rafael Alberti y de María Teresa León, también poeta, escribió este bellísimo poema a Anna Frank en su libro Las flores del bien, dedicado a mujeres literatas que de un modo u otro han quedado silenciadas.


A Ana Frank
Con el alma apretada de dolor,
el trigo derramado por el suelo,
las ratas muertas,
el corazón sangrante,
la frente sudorosa
y la mano dormida.

Con la miseria negra por las calles,
los aviones rasgando las estrellas,
la mar alerta,
el cadáver deshecho,
el puñal escondido
y la muerte que espera.

Con las casas vacías
sin estela,
surgiste de la bruma,
niña azul de la guerra,
el pecho transparente
y en el pecho una estrella.

Con la noche de espanto y de misterio
te mataron el alma.
Sin brújula tu cuerpo,
sin color las pupilas,
y tu sangre corriendo
como el agua.

Buenos Aires, 1954

MUJERES DE LA GENERACIÓN DEL 27. ZENOBIA CAMPRUBÍ

Juan Ramón Jiménez escribió este bello poema a su esposa, secretaria, enfermera, editora, en fin, su sostén emocional. Lo he conocido ahora y me ha impresionado. Aquí os lo dejo.




ZENOBIA

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


Me he convertido a tu cariño puro
como un ateo a Dios.
¿Lo otro, qué vale?
Como un pasado oscuro y andrajoso
puede todo borrarse.

¡Borrarse, sí! Las rimas bellas
que no cantan tu amor; sus matinales
alegrías sin ti; sus tardes líricas
en cuya paz no me miraste;
las noches cuya clara luna llena
no deslumbró tu candoroso ángel.
El cielo de tu gracia
será el comienzo y el final. En balde
quieren los lobos asaltar la cerca
en donde tus ovejas blancas pacen.
No quiero más que un oro y es el oro
que emanan tus sentidos inmortales.

¡Solo tú, solo tú! Sí, solo tú.
Yo no he nacido, ni he de morir. Ni antes
ni después era nada, ni sería
nada yo sino en ti.
Y los rosales
que has colgado en mi alma -¡con qué encanto!-
a ese sol viejo y nuevo me entreabren
sus rosas en que el cielo se repite
cándido y múltiple en sus cálices.