martes, 14 de febrero de 2017

Gloria Fuertes y su nota biográfica

Ayer escuché en la radio este poema, desconocido para mí, sobre la vida de esta poeta. Este año, aprovechando que se celebra el centenario de su nacimiento, tendremos la oportunidad de conocer su obra más profundamente. Aquí os dejo tanto el poema como su declamación por ella misma.






Nota biográfica

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.

Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

Gloria Fuertes
(Antología y poemas del suburbio, 1954)

Influencia de la familia a la hora de escoger los futuros estudios

“Deja, que ya decido yo porque sé a lo que quiero dedicarme” Esto es lo que todo adolescente con la suficiente preparación y autoestima debería ser capaz de comunicar a su familia. Pero no resulta tan fácil porque ¿qué carrera escoger?  ¿En qué universidad? Es una decisión que abre y cierra puertas a nuestro futuro recorrido laboral.
En primer lugar, los padres desean siempre lo mejor para sus hijos por lo que intentan convencerles para que escojan las carreras con las que ellos piensan que estos puedan ser felices a la par de poderse ganar la vida dignamente. Además, muchas veces esta  presión que a los 17 años ejercen los padres viene provocada  porque ellos no han tenido la oportunidad de estudiar lo que deseaban y revierten en sus hijos esa insatisfacción personal. Los progenitores de ahora pecamos de sobreprotectores y queremos evitar la frustración, necesaria para aprender lecciones de vida. Ya decía Machado: “con las amarguras viejas he creado blanca cera y dulce miel. Incluso esa imposición familiar es causa de una “genealogía profesional” de un negocio o profesión de varias generaciones. Es preciso que ese  grado universitario sea totalmente vocacional para que junto a las aptitudes que el estudiante posea, desarrolle una carrera de éxito y se convierta en un objetivo de su felicidad personal.

En conclusión, los estudiantes deben dejarse aconsejar por sus familiares puesto que tienen más experiencia en la vida laboral, pero siempre han de ser ellos los que tengan la última decisión y sobre los que recaiga la responsabilidad de haber escogido su futuro universitario, es decir, su futura filosofía de vida. Los padres debemos tener el papel de guías, no de protectores. Si se equivocan, que se levanten y comiencen a caminar de nuevo.